6 abr 2011

!!Cristiano... Ten cuidado de ti mismo!!

"Entonces respondió Job a Jehová, y dijo: He aquí que yo soy vil." -- Job 40:3,4.

Seguramente si algún hombre tenía el derecho de decir, yo no soy vil, era Job; pues de conformidad al testimonio del propio Dios, él era "varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal." Sin embargo descubrimos que este eminente santo, cuando por su cercanía con Dios recibe suficiente luz para darse cuenta de su propia condición, exclama: "He aquí que yo soy vil." Estamos seguros que eso que Job se vio forzado a decir, se aplica también a cada uno de nosotros, seamos hijos de Dios o no; y si somos partícipes de la gracia divina, esto se convierte en un tema de gran consideración para nosotros, pues aunque seamos nosotros mismos regenerados, debemos exclamar cada uno a nombre propio: "He aquí que yo soy vil."

¿Acaso no has pensado nunca cuán grande es el peligro al que está expuesto el cristiano, debido al pecado que habita en él?

¡Ah!, cristiano, tú te podrías reír de tu enemigo si no tuvieras un corazón malo dentro de ti; pero recuerda, tu corazón guarda las llaves porque de él mana la vida. Y el pecado está allí. La peor cosa que debes temer es la traición de tu propio corazón.

Y además, cristiano, recuerda cuántos aliados tiene tu naturaleza depravada. En cuanto a tu vida de gracia, ella encuentra escasos amigos bajo el cielo; pero tu pecado original tiene aliados por todos lados. Mira al infierno allá abajo y los encontrarás allí, demonios que están prestos a azuzar a los perros del infierno contra tu alma. Mira al mundo y ve "los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida." Mira a tu alrededor y ve todo tipo de hombres, buscando, si fuera posible, sacar al cristiano de su estabilidad. Mira a la iglesia y encuentra toda manera de falsas doctrinas listas a inflamar el deseo, y desviar al alma de la sinceridad de su fe. Mira al cuerpo y descubre que la cabeza y la mano y el pie y todos los demás miembros están listos a ser siervos del pecado. Yo podría dominar mi corazón malo si no tuviera ese poderoso ejército de aliados; pero tener enemigos fuera de las puertas en alianza y amistad con un enemigo más vil que está dentro, convierte mi posición en doblemente peligrosa.

Y yo quisiera que recordaras, cristiano, una cosa más, y es que esta tu naturaleza depravada es muy fuerte y muy poderosa, más fuerte que la nueva naturaleza, si esa nueva naturaleza no estuviera sostenida por el poder Divino. ¿Cuán vieja es mi vieja naturaleza? "Es tan vieja como yo mismo," el santo anciano podría decir, "y con la edad se ha vuelto más fuerte." Hay algo que raramente se vuelve más débil con la edad avanzada, y es el viejo Adán; él es tan fuerte en su vejez como lo era en la juventud; es tan capaz de hacer que nos descarriemos cuando nuestra cabeza está cubierta de cabellos grises, como lo era en nuestra juventud. 

Hemos oído decir que crecer en la gracia disminuirá el poder de nuestra corrupción; pero yo he visto a muchos santos ancianos de Dios y les he hecho la pregunta, y ellos han respondido "No," sus deseos han sido esencialmente tan fuertes cuando han pasado muchos años en el servicio de su Señor, como lo eran al principio, aunque más sometidos por el nuevo principio que hay dentro de ellos. Lejos de volverse más débil, estoy firmemente convencido que el pecado aumenta en poder. Una persona que es mentirosa se vuelve más mentirosa cuando practica la mentira. Lo mismo sucede con nuestro corazón. Nos sedujo al principio y fácilmente nos atrapó, pero habiendo aprendido mil trampas, nos engaña ahora tal vez más fácilmente que antes; y aunque nuestra naturaleza espiritual ha sido desarrollada más plenamente y ha crecido en la gracia, sin embargo la vieja naturaleza ha perdido muy poco de su energía.

¡Cristiano, cuídate del peligro! No hay ningún hombre en combate tan en peligro de recibir un tiro, como lo estás tú por tu propio pecado. Tú cargas en tu alma con un traidor infame. Aun cuando te habla bellamente no debes confiar en él; tú tienes en tu corazón un volcán adormecido, pero se trata de un volcán con una fuerza tan terrible que puede todavía sacudir tu naturaleza entera; y a menos que seas circunspecto, y que seas guardado por el poder de Dios, tú tienes un corazón que te puede conducir a cometer los pecados más diabólicos y los crímenes más infames. 

¡Cuídense, cuídense, cristianos! Aunque no hubiera un diablo que los tentara y un mundo que los extraviara, ustedes tendrían la necesidad de cuidarse de su propio corazón. Por lo tanto, miren a casa. Los peores enemigos de ustedes son los enemigos de su propia casa. "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida," y de él puede manar la muerte también, la muerte que te condenaría si la misericordia soberana no lo previniera. Que Dios nos conceda, hermanos míos, que podamos conocer nuestras corrupciones de una manera fácil, y no tener que descubrirlas cuando se convierten en pecados abiertos.

5 abr 2011

!!¿Has Nacido de Nuevo?!!

J. C. Ryle
Esta es una de las preguntas más importantes de la vida. Jesucristo dijo: "el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios" (Juan 3:3).
No es suficiente con responder: "Pertenezco a una iglesia; supongo que soy cristiano." Miles de cristianos nominales no muestran ninguna de las señales de haber vuelto a nacer que nos han dado en las Escrituras--muchas enumeradas en la Primera Epístola de Juan.

No Comete Pecados Habitualmente

Primero que todo, Juan escribió: "Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado" (1 Juan 3:9). "Sabemos que todo el que ha nacido de Dios, no peca" (5:18).
Una persona que ha nacido de nuevo o se ha regenerado no cometerá pecados habitualmente. Esa persona no pecará más con su corazón, voluntad y toda su inclinación. Probablemente hubo un tiempo en el que esa persona no pensó si sus acciones eran o no pecaminosas y no siempre se sintió atribulada después de hacer algo malo. No existía un conflicto entre esa persona y el pecado; eran amigos. Sin embargo, el verdadero cristiano odia el pecado, huye de él, pelea contra él, lo considera la plaga más despreciable, se resiente con la carga de su presencia, se acongoja cuando caen bajo su influencia y anhela ser liberado completamente de él. El pecado ya no lo satisface; se ha convertido en algo horrible que odia. Sin embargo, no puede eliminar su presencia dentro de sí mismo. Si dice que no tiene pecados, estaría mintiendo (1 Juan 1:8). Pero puede decir que odia el pecado y que el gran deseo de su alma es no cometer pecado en absoluto. No puede evitar que entren en su mente malos pensamientos ni que aparezcan errores, descuidos y defectos en sus palabras o en sus acciones. Sabe que "todos tropezamos de muchas maneras" (Santiago 3:2). Pero puede decir sinceramente ante la presencia de Dios, que estas cosas le causan sufrimiento y tristeza y que todo su ser lo rechaza. ¿Qué diría el apóstol sobre ti? ¿Has nacido de nuevo?

Creer en Cristo

Segundo, Juan dijo: "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios" (1 Juan 5:1).
Un hombre que ha nacido de nuevo o se ha regenerado cree que Jesucristo es el único Salvador que puede perdonar su alma, que es la persona divina designada por Dios Padre para este preciso propósito y que aparte de Él, no existe ningún otro Salvador. En su interior esta persona no encuentra ningún tipo de valor. Pero confía completamente en Cristo, y confiando en Él, cree que todos sus pecados serán perdonados. Él cree que, por fe en la obra llevada a cabo por Cristo y su muerte en la cruz, será considerado justo ante los ojos de Dios y puede esperar la muerte y el juicio sin angustia. Puede tener miedos y dudas. Algunas veces podrá decirle que se siente como si no tuviera fe en nada. Pero pregúntele si desea confiar en cualquier cosa en vez de en Cristo y escuche lo que le dirá. Pregúntele si depositará su esperanza de vida eterna en su propia bondad, sus propias obras, sus oraciones, un ministro o su iglesia y escuche su respuesta. ¿Qué diría el apóstol sobre ti? ¿Has nacido de nuevo?

Practica la justicia

Tercero, Juan escribió: "Todo el que hace justicia es nacido de El. " (1 Juan 2:29).
El hombre que ha nacido de nuevo o se ha regenerado es un hombre santo. Se esfuerza por vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, por hacer las cosas que agradan a Dios y por evitar las cosas que Dios aborrece. Desea mirarse continuamente en Cristo como su ejemplo así como su Salvador y demostrarse a sí mismo que es amigo de Cristo guardando sus mandamientos. Sabe que no es perfecto. Es terriblemente consciente de la corrupción que hay en su interior. Encuentra un principio de maldad dentro de sí el cual está constantemente atentando contra la gracia y tratando de alejarlo de Dios. Pero no se lo permite aunque no pueda evitar su presencia. Incluso si a veces se siente tan insignificante que se pregunta si realmente es cristiano o no, podrá decir al igual que dijo John Newton: "No soy lo que debería ser, no soy lo que quiero ser, no soy lo que espero ser en otro mundo; pero aun así no soy lo que fui alguna vez, y por gracia de Dios soy lo que soy". ¿Qué diría el apóstol sobre ti? ¿Has nacido de nuevo?

Ama a Otros Cristianos

Cuarto, Juan escribió: "Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida porque amamos a los hermanos" (1 Juan 3:14).
Un hombre que ha nacido de nuevo tiene un amor especial por todos los verdaderos discípulos de Cristo. Como su Padre en el cielo, ama a todos los hombres con un gran amor general, pero tiene un amor especial por aquéllos que comparten su fe en Cristo. Como su Señor y Salvador, ama a los peores pecadores y lloraría por ellos; pero tiene un amor característico por los que son creyentes. Nunca se siente tan como en casa como cuando está en su compañía. Él siente que todos son miembros de la misma familia. Ellos son sus compañeros soldados, peleando contra el mismo enemigo. Ellos son sus compañeros de viaje, recorriendo el mismo camino. Él los entiende y ellos lo entienden a él. Pueden ser muy diferentes en muchas sentidos-- en el puesto que ocupen, en posición social y en riqueza. Pero eso no le importa. Son los hijos e hijas de su Padre y no puede evitar amarlos. ¿Qué diría el apóstol sobre ti? ¿Has nacido de nuevo?

Vencer al Mundo

Quinto, Juan escribió: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo" (1 Juan 5:4).
Un hombre que ha nacido de nuevo no se vale de la opinión del mundo para medir el bien y el mal. No teme ir en contra del estilo, ideas y costumbres del mundo. Lo que los hombres piensen o digan, ya no le preocupa. Él vence al amor del mundo. No encuentra placer en las cosas que parecen dar la felicidad a la mayoría de las personas. Para él, parecen insensatos e indignos de un ser inmortal. Ama la alabanza a Dios más que la alabanza al hombre. Teme más ofender a Dios que ofender al hombre. No le importa que le culpen o le alaben; su principal objetivo es agradar a Dios. ¿Qué diría el apóstol sobre ti? ¿Has nacido de nuevo?

Mantenerse Puro

Sexto, Juan escribió: "Aquel que nació de Dios lo guarda" (1 Juan 5:18).
Un hombre que ha nacido de nuevo cuida su propia alma. No solamente trata de evitar el pecado sino también de evitar todo lo que lo pueda generar. Selecciona cuidadosamente sus compañías. Sabe que las malas relaciones corrompen el corazón y que es más fácil tomar el mal que el bien, así como se contagia más la enfermedad que la buena salud. Es cuidadoso con el uso de su tiempo; su principal deseo es emplearlo provechosamente. Desea vivir como un soldado en un país enemigo-usando su armadura continuamente y preparado para enfrentarse a la tentación. Es diligente para ser un hombre que vela, que es humilde y que ora. ¿Qué diría el apóstol sobre ti? ¿Has nacido de nuevo?

La Prueba

Estas son las seis grandes señales que identifican a un cristiano que ha nacido de nuevo.
En cada persona hay grandes diferencias entre la profundidad y distinción de estas señales. En algunas son débiles y casi imperceptibles; en otras son destacadas, sencillas e inconfundibles, de tal forma que cualquiera las puede identificar. Algunas de estas señales son más visibles que otras en cada individuo. Raras veces son igual de evidentes en cada persona.
Pero aún así, después de tener en cuenta las posibles diferencias, podemos encontrar seis señales predominantes provenientes de Dios.
¿Cómo deberíamos reaccionar ante estas cosas? Podemos lógicamente llegar a una única conclusión--- solamente los que han nacido de nuevo poseen estas seis características y aquéllos que no tienen estas señales no han nacido de nuevo. Esta parece ser la conclusión a la cual el apóstol pretendía que nosotros llegásemos. ¿Tienes tu estas características? ¿Has nacido de nuevo?

Por: J.C. Ryle.

Bendiciones...

¿Qué significa “permanecer” en Cristo?

Jesús dio el significado de la frase “permanecer en Cristo” cuando se comparó a una vid y a los creyentes como sus sarmientos: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí” (Juan 15:4). Ese retrato nos ilustra la unión vital que existe entre cristianos y Jesucristo.



La palabra “permaneced” básicamente quiere decir “quedarse”. Cada cristiano está inseparablemente enlazado a Cristo en todas las áreas de su vida. Nosotros dependemos de Él por la gracia y el poder para obedecer. Nos fijamos obedientemente en Su Palabra para instruirnos en cómo vivir. Le ofrecemos nuestra profunda adoración y alabanza, y nos sometemos a Su autoridad sobre nuestras vidas. Los cristianos conocen a Jesucristo como la fuente y sustentador de sus vidas.




Permanecer en Cristo es evidencia de una salvación genuina. El apóstol Juan se refirió a esto cuando hablaba de profesantes quienes “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Juan 2:19). Personas con fe genuina se quedarán—no se retirarán; no negarán a Cristo, ni abandonarán Su verdad. Jesús reiteró la importancia de permanecer como símbolo de fe verdadera cuando dijo, “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Juan 8:31).

Dios Les Bendiga.